El ser humano y la sociedad en que nosotros estamos acostumbrados a vivir, está regida por leyes que han sido impuestas por nosotros mismos, ya que responden a nuestros propósitos humanos. Esta sociedad está pensada por nosotros y para nosotros, y por eso comprendemos sus razones de organización y de esta forma las utilizamos, y a la vez en ella somos productos, productores y cómplices, "La sociedad nos sirve, pero también hay que servirla".
Los humanos estamos dotados de instintos y capacidad racional. La razón es la capacidad de establecer convenciones, acuerdos o tratos, que corresponden a leyes que no son impuestas, es decir, aquellas que aceptamos voluntariamente, por instinto racional.
Las leyes que imponemos no son solamente instintivas y racionales, sino que también mezcla estímulos. Como las convenciones vienen en parte del instinto, su objetivo es la supervivencia como el de todos los instintos. Pero como los instintos, también son instintivamente racionales, responden al deseo de vivir mas y mejor.
El hombre se diferencia de el animal porque cada uno de nosotros tenemos siempre la idea de que vamos a morir, en comparación con el animal que solo muere. Tenemos la experiencia y la memoria en donde el morir se convierte en un símbolo decisivo de nuestro destino.
Las sociedades funcionan como máquinas de inmortalidad que utilizamos para combatir la amenaza de la muerte. El grupo social se presenta como lo que no puede morir, a diferencia de los individuos, y sus instituciones que sirven para contrarrestar lo que cada cual teme de la muerte.
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